miércoles, 24 de junio de 2015

Crítica personal: Los Juegos del Hambre

Título: Los Juegos del Hambre
Título original: The Hunger Games
Autora: Suzanne Collins
Editado en España por: RBA

Sinopsis:

En un opresor mundo futuro, lo importante no es sólo mantener a raya a los sometidos, sino brindarles el espectáculo de su propia sumisión. Anualmente, el poder central organiza un cruel reality show, una caza al hombre de visión obligada para toda la ciudadanía, en la que jóvenes elegidos por sorteo se ven obligados a matarse entre ellos a morir. Una visión implacable de hasta dónde podría llegar un Gran Hermano desquiciado en una sociedad sin ética ni moral.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Tras darle una oportunidad a la adaptación cinematográfica, al resultarme entretenida, decidí hacer lo propio con la novela, con ciertas expectativas ante mis experiencias propias de considerar la obra original mucho más de mi agrado respecto a la del celuloide. Y la verdad es que fue más entretenida de lo que me conjeturé. Aunque el germen de la duda sigue aún susurrándome ante varias similitudes con otra obra que ya subí al blog tiempo atrás.

Como escenario tenemos Panem, una sociedad que no tardará el lector en ser consciente de ser una post apocalíptica ubicada en lo que actualmente es EEUU. Sus ciudadanos están divididos en doce distritos subyugados por El Capitolio, donde la vida es fácil y llena de banal esplendor a costa del trabajo y el sufrimiento de la inmensa mayoría. Igualmente se revelará que tiempo atrás hubo un distrito número trece que se rebeló a la tiranía y fracasó en su empresa; lo que desencadenó la eliminación de ese distrito rebelde y, a su vez, la instauración por parte de El Capitolio de lo que se denominaron “Los Juegos del Hambre”, con el fin de castigar a todos los demás por siempre ese acto de sublevación al régimen instaurado y evitar así que algo parecido volviera a producirse en futuras generaciones.
Anualmente, cada distrito está obligado a ofrecer dos tributos mixtos de entre doce y dieseis años, los cuales deberán luchar a muerte hasta quedar un único superviviente en pie, y dicha carnicería se retransmite en directo para todo Panem, para entretenimiento de El Capitolio y para agonía y rabia sumisas para los distritos. En definitiva, la medida perfecta para tener a la población arrastrada en una espiral ponzoñosa que los condiciona la idea de inmutable.

La historia se centra en Katniss Everdeen, una chica del distrito doce, con una hermana menor llamada Prim que se enfrenta aterrada por primera vez a la cosecha (término con el que se refiere a la selección de tributos). Katniss trata de elevar la moral de la muchacha con la idea de que ella sólo tiene un número entre tantos y que no saldrá su nombre siendo su primera cosecha. Pero resulta imposible no predecir que el destino les dará la peor bofetada de sus vidas, por lo que la protagonista le moverá el deseo de proteger y el amor fraternal a hacer algo más bien inusual, y más en esa sociedad insensibilizada y aterrada a extremos casi inhumanos… Y esto es ni siquiera el comienzo de lo que puede a llegar en estos septuagésimo cuartos Juegos del Hambre que llevarán a Katniss a la arena donde uno de entre veinticuatro podrá vivir para contarlo, con la implicación de tener que matar a cualquiera de los demás, incluyendo al chico de su mismo distrito.
Lo que tampoco podrá augurar la protagonista es lo mucho que repercutirá su participación en este juego cruel y mortal, no sólo a ella misma, sino también a todo Panem, desde el momento en el que el amor fraternal le hace toma la más cruenta de las decisiones...

Poco a poco, a buen ritmo pero sin saturar al lector con demasiada información, se nos presenta este futuro post apocalíptico. Vemos esa sociedad tan tiránica y opresora con la mayoría de sus habitantes, mientras los privilegiados de El Capitolio se comportan como cerdos ególatras que se revuelcan en el fango de la frivolidad y la ignorancia insensibles.
Entonces llega la víspera de Los Juegos del Hambre, siendo este el septuagésimo cuarto año de los mismos, un entretenimiento macabro que paralelamente cumple el cometido de conmemoración y recordatorio de una fútil sublevación contra ese régimen. La autora nos adentra junto a Katniss en ese mundo y ese juego desalmado, en una trama bastante completa y variopinta, donde un abanico emocional y de análisis psicológico de un futuro hipotético serán las bases de este primero de la trilogía, teniendo como punto de partida esos Juegos del Hambre.

La historia (dividida en tres partes: Los tributos, Los juegos y El vencedor) está expuesta por la voz en primera de la propia Katniss, y he de recalcar que este punto me agradó bastante, porque este es uno de esos títulos que me devolvió esperanzas a las novelas narradas por personajes femeninos del margen de edad de la protagonista de la presente. Katniss se aleja bastante del tedio que me supusieron otras heroínas literarias, en cuyos casos llegué hasta acopiar una fuerza de voluntad sobre humana para llegar hasta el final; en cambio, la protagonista de Los Juegos del Hambre es fuerte pero sensible, sin caer en un dramatismo y un complejo de eterna y sufrida mártir tan exagerado incluso en la más infortunadas de las féminas en sus peores días del mes.
A través de la heroína vemos un mundo futuro desensibilizado que roza la inhumanidad, tanto por el lado de los Distritos como del Capitolio. Sin embargo, incluso a la favorecida minoría de esa sociedad, no puede uno ver el lado lógico y racional tras llegar a su final y leyendo cada línea e incluso entre éstas.
Personalmente, es complicado culpar la frivolidad jocosa de los extravagantes y afortunados habitantes de Panem, sobre todo ante su visión de entretenimiento el que veinticuatro menores de edad luchen cruelmente a muerte; y del mismo modo a esos desfavorecidos que parecen condicionados a poco más que la mera resignación. Cuanto más avanza el libro (y la trilogía en sí), uno se puede hacer más consciente de que esa mentalidad se ha fraguado en décadas, en especial en las generaciones más recientes, que lo han convertido en algo natural. Es por ello que la actitud de unos y la de otros, así como la exposición de esa crueldad y esa atrocidad que implican los Juegos del Hambre, impacte a más de uno ya que para nosotros no se considera tan normal como lo puede llegar a ver los habitantes de Panem. Y es entonces cuando me puede llevar a la siguiente pregunta: ¿Llegaremos a perder el concepto que tenemos de sensibilidad como esa sociedad?
También he vislumbrado en esta novela algo que roza mucho la realidad, más allá de elementos un tanto futurista y post apocalípticos. Panem es una nación regida por una dictadura, con sus favorecidos que viven a costa del trabajo y el sufrimiento de la mayoría de sus habitantes. ¿Cuántas veces a lo largo de la dilatada historia de la humanidad nos hemos encontrado con civilizaciones regidas por el puño de acero de la tiranía? Una posibilidad es que la autora quizás trata de aleccionarnos de no caer en los mismos errores con el paso de los siglos; porque las revoluciones, y más las que traen sus justos frutos a largo plazo, no son fáciles de alcanzar como pueden dar fe de ello los doce distritos.

El estilo de Suzanne Collins es agradable de leer, con equilibrio de sencillez y profundidad, logrando espolearme a la lectura lo suficiente para saber lo que ocurre más allá de ese típico capítulo que solemos creer que será “paro aquí y sigo luego o mañana”. Admito que el recelo estaba a mi lado cuando me animé a desentrañar esta trilogía, pero esta autora logró quitar bastante hierro a esas reservas iniciales que tuve, por lo menos en lo que a su estilo literario se refiere.

En cuanto sus personajes, todo gira en torno a Katniss como narradora que además es, y por otra parte lo que conoce y lo que va conociendo del resto del elenco.
Nos encontramos una heroína que nos desgrana su ser y su pasado poco a poco, a la par que nos abre las puertas de sus emociones frente a lo que le tocará vivir esos Juegos del Hambre que marcarán un antes y un después definitivo en su vida; además con un fuerte sentido de muro emocional que no deja traspasar a cualquiera, salvo a las personas más importantes para ella. Katniss siempre ha tratado de ser autosuficiente, en particular cuando la vida se le truncó a ella, a su madre y a su hermana; por lo que se ha curtido desde muy joven en la caza con el arco y comerciar algunas presas por otras cosas necesarias en el mercado negro de su distrito, ambas actividades ilegales para el gobierno de Panem. Sin embargo, ella es mucho más emocional y humana de lo que querría aparentar, y esa coraza no será tan férrea para alguien fuera de su núcleo personal que tenga el potencial para traspasarla. En definitiva, una protagonista/narradora que pasa con buena nota.
En esta historia hay dos jóvenes que, de un modo u otro, están y estarán muy conectados con Katniss.
Por un lado está Gale Hawthorne, su amigo de la infancia, con el que comparte similitudes cruentas en sus pasados y las mismas responsabilidades, además de ser su compañero ideal de cacerías al especializarse en el uso de trampas. Tiene ideales de revolución y cambios para Panem que ni siquiera su amiga es capaz de tomarlos en serio ante el poderío del Capitolio; su participación en este primer libro me llegó a resultar más bien insulsa ante el prometedor potencial que se intuye desde su primera aparición, por lo que tras esta lectura nos queda la esperanza de que la autora exprima mejor el jugo que él puede dar más avanzada la trilogía.
La otra cara de la moneda es Peeta Mellark, el hijo del panadero que ha sido compañero de escuela de Katniss pero que ésta no parecía percatarse demasiado en él; aunque al comienzo no se desentraña mucho de este muchacho, poco a poco mostrará su potencial como personaje, agradándome más que el caso de Gale. Pero tanto el uno como el otro serán muy relevantes en la vida de Katniss y respecto a ella ambos tienen bastante en común.
Otro personaje con gran peso es Haymitch Abernathy, un cuarentón alcohólico y tosco de maneras que fue campeón de los quincuagésimos Juegos del Hambre, y por tanto obligado a ser mentor de todos los tributos de su distrito. Este personaje supuso para mí un gran entretenimiento a la hora de leerlo y que da más juego más allá de su adicción.
Effie Trinket es también digna de mención. Una mujer del Capitolio que ejercer de “mano inocente” en la elección de tributos del Distrito 12 y supervisora/guía de estos en la ciudad privilegiada y en los procedimientos de Los Juegos del Hambre. Una mujer de personalidad y estilismo realmente pintoresca, con un positivismo más bien falto de empatía. Junto con Haymitch, disfruté con este personaje. Diría que el tratar con los tributos de ese año no le pasará indiferentes.
Por supuesto, está Primrose (Prim), la hermana de Katniss, una figura que goza de un altar muy elevando para la protagonista. Aquí estará más presente en la mente de Katniss que de forma presencial, pero que dará más juego a lo largo de la trilogía a medida que avanza.
También nos toparemos junto a Katniss a otros personajes del Capitolio que aportan su granito de arena, y sobre todo los demás tributos. De estos últimos los habrá que pasarán volando como pura carne de cañón para la masacre que empezará prácticamente en el segundo cero en la arena, aunque unos cuantos tendrán nombre y mayor interacción en estos juegos, pero sin ser libres del riesgo y la tensión a medida que los tributos vayan convirtiéndose en cadáveres.

De la historia en general, nos adentra en ese mundo decadente y se nos prepara poco a poco el cuerpo para lo que le da título. La trama resulta bastante entretenida, e incluso con magnetismo, pero lo que más me agradó incluso fue muchas cosas que me dio que reflexionar tanto en el primer como en el segundo plano de su exposición; y esto último quizás sea lo que más suba mi calificación más abajo.
El final, que en parte podría ser un tanto predecible al ser una posibilidad aunque quizás inesperado en cierto grado, puede llegar a ser impactante, pero que se deja bastante abierto para su continuidad.

La portada, que en sus distintas ediciones tienen en común la tan presente insignia del sinsajo, cumple a raja tabla la elegancia que puede expresar la sencillez. No es de extrañar que se haya convertido este elemento en un objeto fetiche para los fan de la trilogía.

Otro punto que quisiera mencionar es el tema tan escabroso su relación con Battle Royale (mi reseña de la misma pinchando aquí), que se ha convertido en tema de muchos debates. Personalmente, doy el beneficio de la duda por más que muchos lectores tachen Los Juegos del Hambre como un plagio descarado; pero me cuesta desprenderme de mi recelo a esta suposición ya que precisamente, habiendo leído sendas novelas para opinar con conocimiento de causa, las similitudes son tanto en número como en sonoridad tan evidentes como si agitara un generoso racimo de cascabeles. Sin embargo, por varios factores a parte de la naturaleza de continuidad y no autoconslusivo con final abierto como en el caso de la obra nipona, hace este libro no un copiar y pegar demasiado literal. Y ante todo, no se puede desmerecer lo más mínimo, pues cumplen su objetivo de entretener a todo lector afín a este género literario.

Conclusión: Entretenido y con una potencial fuente de reflexiones si sabes leer bien entre sus líneas. Un comienzo de trilogía que no tiene desperdicio si te agrada caminar por un mundo decadente e injusto para ver si la humanidad de ese futuro lejano e hipotético conserva aún esa última cosa que siempre nos queda llamada esperanza.


Mi valoración global: 4/5

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