jueves, 22 de octubre de 2015

Crítica personal: En Llamas

Título: En Llamas
Título original: Catching Fire
Autora: Suzanne Collins
Editado en España por: RBA

Sinopsis:

Katniss ha logrado lo que parecía imposible: no sólo ha sobrevivido a los Juegos del Hambre, sino que ha conseguido también que Peeta salga con vida de ellos. Pero con ello ha desafiado al Capitolio, y todo el mundo sabe que ellos jamás olvidan… ni perdonan. Mientras a su alrededor se forja una rebelión largo tiempo ansiada,  bajo la vigilancia de la policía secreta, Katniss y Peeta procurarán mantener ante el público el papel de locos enamorados, que les ha permitido sobrevivir… y que podría ser más sincero de lo que parece.

Crítica personal (puede haber spoilers):
Al tratarse de una continuación, será inevitable mentar sucesos del anterior para mayor comprensión y coherencia de esta crítica personal. Si continúas leyéndola, será bajo tu propia responsabilidad.

Una vez más de vuelta a Panem, tras esos septuagésimo cuartos Juegos del Hambre sin precedentes. Katniss y Peeta han tirado por tierra la inquebrantable regla de un único superviviente, gracias a esa combinación de ingenio, un fatal descuido de quienes supervisaban la arena, tenacidad en la supervivencia y el meterse a los habitantes del Capitolio en el bolsillo con la pantomima (al menos por parte de ella) de los enamorados del distrito doce.
Cabría esperar que al volver a casa sus vidas serían más fáciles para ellos y sus familias por el distintivo privilegiado de “vencedores”, pero no es así en absoluto. Katniss incómoda por descubrir que Peeta no fingía sus sentimientos durante los juegos, y Peeta abatido por no ser correspondido; lo cual lleva a una situación de tensión, porque en ese momento fingir una relación idílica y apasionada a los ojos de todo Panem es su más fiable pero delicada garantía de supervivencia, tanto para ellos mismos como para sus seres más queridos.
Aunque la pareja de oro de los espectadores del Capitolio intentan convencer a todo el mundo (en especial a los distritos) de la normalidad del estado en el que viven los habitante de Panem, nada impide que las brasas de una posible revolución real aviven el fuego que eleve a los afligidos de esa sociedad algún día, todo por lo que Katniss y Peeta lograron en la arena.
Y sin a penas percibirse, unos nuevos Juegos del Hambre se vislumbran en el horizonte, que con el motivo de su septuagésima quinta edición adquiere también un nombre paralelo al genuino: Vasallaje de los Veinticinco; que cada cuarto de siglo desde su comienzo se impone una norma extra aleatoria y desconocida la cual se considera ya (teóricamente) fijada por los que instauraron los Juegos del Hambre.
Katniss y Peeta, al ser vencedores de su distrito, ya intrínsicamente deberían compartir con Haymitch el rol de mentor de tributos del distrito doce… Lo que no sabrá ella es lo mucho que volverá a salpicarle este cruel evento. Y una nueva telaraña de intrigas, adversidades, mentiras, verdades a medias y pesares se extenderá bajo la atenta mirada del hipócrita y dictatorial Snow.

El lector ya conoce lo básico de ese universo post apocalíptico, y aquí se ahonda más en él (entre otras cosas, el Vasallaje de los Veinticinco), a la par que se desgrana la repercusión sobre Panem de esa final sin precedentes en Los Juegos del Hambre. Ya no es sólo una historia sobre una tiranía cruel y déspota o de un inhumano espectáculo de carnicería juvenil, ya que la supervivencia de dos tributos en unos mismos juegos se ve ante todo un acto de rebeldía al Capitolio que toca la negra moral de quien rige esa nación. La intriga, las semillas de un gran conflicto, el germen de la desconfianza incluso en quienes podrías o deberías creer, e incluso historias de amor fraguadas en un escenario angosto y cruel, son ejemplos de lo que puede brotar al terminar los septuagésimo cuartos Juegos del Hambre que enriquecen En Llamas.
Los oprimidos empiezan a ver una pequeña brasa que podría avivar las llamas del cambio, la revolución y la liberación; no es una visión fácil de alcanzar, pero empiezan a considerar que han tenido gacha la cabeza demasiado tiempo y que el cambio no les parece tan imposible. El opresor por el contrario ve una mala hierba que cortar de raíz, aunque eliminarla directamente no sería lo más propio de un ser sádico como Snow; sabiendo que es posible utilizar las amenazas en beneficio propio, recurriendo a las amenazas inteligentes y crueles para atajar de paso quien agarra el mango, sabiendo además así puede resultar más delicioso que tirar de una liquidación inmediata.
Y en medio estan Katniss y Peeta, en especial ella aunque él es un gran exponente para la visión que unos y otros vislumbran en la protagonista. Faro de esperanza y heroína en potencia sobre la que vuelcan muchas expectativas para los distritos; una especie de ídolo protagonista de una historia romántica que llega a tocar la maltrecha sensibilidad de los habitantes del Capitolio; una mancha amenazante pero de la cual no teme abiertamente, porque no es más que una jovencilla y puede tenerla bajo control ante la abismal diferencia de poder e influencia entre ambos.
Pero sólo Katniss puede saber quien es y lo que quiere o debe hacer; aunque nadie le dijo que sería fácil su camino, incluso habiéndose coronado vendedora. Los peligros que la cercan a ella misma y a quienes le importan, la incertidumbre que exuda la población desfavorecida con su soterrado pero más palpable descontento, diversas revelaciones y confesiones, el fingir sus propias emociones a ojos de los demás, e incluso el caos sentimental y mental de sus circunstancias y los sucesos que se le van presentando; estos son ejemplos de factores que se presentarán a lo largo de En Llamas, lo cual pondrá a prueba el peso del papel que le ha sido asignado desde el comienzo, en un camino que juzgará cuanto puede marcar aún la diferencia en lo que parecía completamente inmutable en su gris, decadente, cruel e injusto mundo.

Nuevamente Katniss expone la trama, desde su visión, sus pensamientos y sus emociones. E igualmente dividida en tres partes: La chispa, El vasallaje y El enemigo. La voz de la heroía-narradora siguió convenciéndome, derrochando emociones con mayor intensidad esta vez si cabe, pero sin llegar al desbordante tedio que en otros casos llegan a sacar relucir otras que comparten su doble rol en otras novelas. Aunque la narración en primera persona suele pecar de limitaciones al depender de la perspectiva de quien lo expone, creo que en este segundo se ha sobrellevado un tanto mejor con respecto al inicial.

El estilo de Collins sigue siendo tan magnético y dinámico como demostró en Los Juegos del Hambre. Sigue dilatando el mundo de Panem, su historia, su situación presente, la forma en la que cada grupo de sus habitantes caminan en esa dictadura que ha mutilado en mayor o menor medida tantos valores que se suponen intrínsicos en el ser humano; y como acabo de comentar, ha creado en su protagonista más crucial una voz narradora que hace más interesante la lectura. En general, ha sido capaz de sorprenderme y emocionarme con este segundo título de la trilogía, ha llegado a despertar mi impotencia y mi rabia en varias ocasiones, me ha robado una sonrisa incluso adentrándome en momentos realmente difíciles para sus personajes como remansos de calma entre las tempestades que azotan la trama. Esta autora amasa en este libro las suficientes virtudes narrativas que compensan bien algunas cosas que me encontré, como cierta previsión de la que no se salva ningún novelista (pero admitamos que si no se ve un poco de humo no tiene gracia a veces encontrarte el fuego de pronto) y ciertos elementos desaprovechados o que casi parecían meterse con calzador (en algunas ocasiones, para compensar o realzar otros factores).
           
Katniss sigue siendo una heroína que esas que me agrada dentro de tantas que se muestran en títulos de estos últimos años. Sigue siendo fuerte y curtida, a veces teniendo que fortalecerse y curtirse a zancadas y a hierro candente; pero no quita que sea emocional sin pecar de ello en exceso, mostrando amabilidad en los momentos concretos, aunque a veces resulte un tanto tosca esa gentileza dado su propio trasfondo. Su evolución es más acentuada, tras las vivencias que deberá afrontar y todas las elucubraciones en las que se sumerge (sobre su situación, el mundo en el que vive tras ser vencedora, e incluso de sus propios sentimientos por Gale y Peeta).
Gale está, finalmente, más presente y con un rol más dinámico, participativo y directo; y esto es algo que se agradece tras su anodino peso a lo largo del primer libro. Sin embargo, no llegué a conectar con este personaje a pesar de su importancia aún más marcada aquí para Katniss. Un tercer vértice de un triángulo amoroso más que anunciado y que se hizo de rogar en el anterior libro, pero no sentí que alcanzara las expectativas de ese rol que prometía ser más crucial.
Peeta me siguió agradando más que la contrapartida que supone Gale, a pesar de la creciente presencia del segundo. Vemos su forma de afrontar el estar reconocida y sinceramente enamorado aunque no sea correspondido, y que por necesidad y supervivencia seguirá ese angustioso papel que le sería más placentero si fuera verdad. Si tuviera que elegir entre los dos chicos cual hace de mejor pilar para los momentos difíciles de la heroína-narradora, para mí Peeta gana. Si ya su labia y su encanto a ojos del Capitolio fueron demoledores, está claro que en En Llamas no se queda corto.
Haymitch dará de nuevo su juego, a la altura de su aparición previa; sin salirse demasiado de su línea marcada por el trauma que vivió de joven en la arena aunque con un desarrollo marcado como personaje. También se sondará un poco más su pasado, dado que (si el lector hace cuentas) ganó el segundo Vasallaje de los Veinticinco en el pasado.
Qué decir de Effie; siempre variopinta, otra víctima de generaciones de insensibilidad por pertenecer al privilegiado Capitolio. Pero más allá de esas marcas indiscutibles que la hacen el personaje que es, también palpé su evolución; tras esa mujer, quien ha vivido siempre ajena a los fantasmas que atormentan a los desfavorecidos de los distritos desde su atalaya de seguridad y bienestar, no puede evitar conectarse a Katniss y Peeta con un lazo emocional que potencialmente sacará su lado más humano tras la banalidad inculcada por sus conciudadanos.
Prim y la señora Everdeen son sustancialmente más presenciales en este segundo libro, a destacar por la abismal maduración de la hermana de Katniss en tan poco tiempo; y dicho crecimiento emocional y racional ejercen una potencial influencia en quien ejerce el peso de piedra angular de la historia.
Un personaje que quiero puntualizar es Madge, que ya pudimos leer en el anterior libro, con la mayor relevancia de ser quien le regala a Katniss la insignia del sinsajo que se vuelve inseparable para la protagonista. Tras esa primera aparición demasiado tímida, aquí la autora recurre a ella más bien poco y de manera puntual en pos del avance argumental de otros personajes; demasiado comedida y quizás mal explotada y que su juego hubiera sido algo más aprovechado.
Obviamente habrá nuevas aportaciones en el elenco en todos los escenarios posibles de Panem, pero sondar en ellos sería caer en spoilers gratuitos; nada más diré que, en general, cada uno de ellos despiertan sentimientos y pensamientos de todo tipo en el lector, cumpliendo bien sus roles en general para el satisfactorio entretenimiento del lector. Tampoco olvido esas caras conocidas, como Cinna (el cual me agradó desde su primera aparición y por el que sentí bastante empatía). A través de Katniss y Peeta el lector sonda un poco más la mentalidad, costumbres y estilo de vida del Capitolio; yo destacaría un caso en concreto en que demuestra una inagotable banalidad frívola que produce estupor e indignación en sendos personajes y en el lector por igual.
No podía omitir al presidente Snow, que ahora se vuelve un personaje mucho más real que en el anterior libro. En toda regla, un dictador que no acepta réplicas de nadie en cuanto a sus pensamientos y su forma de manejar Panem, su particular teatro de polichinelas, sin miramientos de cortar hilos o mutilar esos muñecos suyos que son sus habitantes. Un opresor que no conoce la piedad, en especial con la más baja estofa pero sin considerar intocables a los que están justo por debajo de él en la pirámide social. A través de Katniss, el lector sonda y percibe de lo que es capaz este personaje y su psique ponzoñosa, en especial en el trato cuando las distancias son más cortas de lo que cualquiera desearía entablar con él.

De la historia en general, me gustó tanto e incluso un poco más que el primero de la trilogía. En parte, podría decirse que es un bis en plan 1.5 si fuera un programa informático; pero no es una simple recurrencia del que dio comienzo, ya que hay mucho detrás de los propios Juegos del Hambre, con mayor intriga, capotazos de amoríos y todo lo que implica un mundo que amenaza con mutar (aunque se augura que sea a fuego y sangre) por más que lleve década y décadas sometido al asfixiante y férreo encorsetamiento de la cruel dictadura regente.
Sobre el final, y que me agradó también algo más con respecto a Los Juegos del Hambre es que no sabía que me iba a encontrar y el resultado fue agradable y potencialmente prometedor para la continuación... La autora supo desarmarme por completo en su última página, preparándome para esa última línea que te hace contener el aliento un segundo mientras cierras la cubierta.

La portada sigue teniendo de protagonista al sinsajo, aunque distinto a la primera que era en forma de la insignia de Katniss, siendo este caso un aspecto más real de esa ave ficticia. Una vez más, una cubierta que encierra sencillez atrayente en su diseño.

Conclusión: Ya aquí me encuentro con un libro que deja atrás las extrañas similitudes con Battle Royale que me encontré. Una historia que avanza entre la crueldad indiscriminada y la bondad cohibida, entre el odio y el amor, con un mundo retorcido y un juego desalmado como pistas de baile en el que sus personajes danzan como premisa del desenlace en Sinsajo.


Mi valoración global: 4,5/5

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