jueves, 24 de diciembre de 2015

Crítica personal: La Confabulación de Eros

Título: La Confabulación de Eros
Autor: Daniel Fernández
Editado en España por: Stonewall

Sinopsis:

En el año 3077, la sociedad ha alcanzado el cénit de su desarrollo y vive su era más apacible y avanzada. La pobreza, las guerras y la homofobia quedaron enterradas en el pasado. Incluso el amor es algo tan sencillo, rápido y eficaz como conectarse a la aplicación Eros.
Joel vive bajo la sombra de un vergonzoso secreto que le impide ser completamente feliz. Cuando, por avatares del destino, encuentra un blog escrito en el siglo XXI, se verá involucrado en una peligrosa aventura de la que dependerá el futuro de la humanidad.
En La confabulación de Eros el amor y el pop son los protagonistas de una historia en la que confluyen presente y futuro.

Crítica personal (puede haber spoilers):

En un futuro no tan lejano la humanidad sufrirá un duro golpe al estallar un conflicto a nivel mundial sin precedentes. A pesar de acabar al borde de su propia extinción, logrará salir adelante hasta alcanzar un estado utópico de prosperidad a finales del siglo XXXI. Las guerras, la delincuencia, el hambre o la pobreza no existen; así como la discriminación de todo tipo, siendo la homosexualidad algo totalmente normal, tolerada e incluso más común que en el presente.
Incluso el amor es un juego de niños con la aplicación Eros que todo adulto utiliza. Con simplemente pulsar con el dedo te saldrá una lista de todos tus “amores verdaderos” (es muy común que se monitorice más de uno) que vivan cerca del solicitante; y Eros te garantiza una relación mínima de dos años, pudiendo encontrar fácilmente un nuevo amor verdadero tras una ruptura.
Sin embargo, existe un vasto tramo de historia desconocido para esa sociedad futura: la práctica totalidad de lo previo a esa Gran Guerra; aunque se crearon organismos que por diversos medios indagan en la búsqueda de esas páginas arrancadas del pasado.

Joel trabaja en uno de dichos organismos. Su atractivo y su posición económica, entre otras virtudes que posee,  convierten a este joven homosexual en el partido ideal para quienes buscan pareja mediante Eros (de hecho, ésta es la única vía para dicho propósito). Sin embargo, él va camino de convertirse en un eterno soltero, cosa que preocupa en su círculo pues iniciar una relación está al alcance de un clic y que lo más normal es estar emparejado sin que las épocas de alocada soltería sean demasiado largas. Además, él acarrea un secreto vergonzoso sobre su espalda. Y por otro lado, y a diferencia del resto de la sociedad, siente una aversión hacia el Eros.
Un día en su trabajo se topan con un hallazgo en la red. Al principio prometedor, pero las expectativas de su jefe se esfuman cuando resulta ser un blog que gira en torno a vida y, sobre todo, los fracasos sentimentales de un joven gay madrileño de principios del siglo XXI, firmados con el nickname de Proudstar. Sin embargo, Joel conservará los archivos para sí y los leerá con casi adicta avidez, aprendiendo de la vida del milenio pasado, empatizando con Proudstar, así como los fracasos amorosos de éste y su pasión por eso que denomina “pop”; sorprendiéndose e incluso comprendiendo ese mundo en el que el amor del bueno no está tan al alcance de la mano.

El blog de Proudstar, el secreto de Joel, el hastío de éste hacia Eros, así como la poderosa empresa Utopía, son piezas que poco a poco encajarán para tener un peso crucial en una trama que afectará a sus vidas (y las del género humano) mucho más de lo que podrían haberse imaginado. Y esta novela hará, como diría cierta canción, que los milenios sean un decimal y una cifra de tiempo sin más; porque mil años mal contados que separan a Joel y a Proudstar, así como los mundos en los que se mueven, se pueden tornar irrisorios, en especial si el amor juega sus cartas de por medio, con el pop como hilo de fondo.

Esta lectura ha sido para mí un agradable rebujito que mezcla distopía (de una manera singular que no he visto en la literatura contemporánea), ciencia ficción, intriga, toques de humor fresco, ácido y mordaz, y por supuesto amor (centrándose quizás más en el colectivo LGTB) siguiendo una receta sencilla pero tan intensa como profunda si uno conecta con la historia.
Se nos presenta un futuro idílico, aunque no fácil de forjar tras una terrible crisis sobre la humanidad. Puede que hasta resulte demasiado perfecto, si hasta se consigue con un solo pulsar de botón algo tan intangible como preciado para la mayoría hoy en día que es el amor.
Una de las mayores reflexiones que me ha despertado es si de verdad la idea de un mundo cien por cien perfecto y cuadrado lo convierte en el verdadero sueño dorado de la humanidad. Y de igual modo, la de que el amor sea algo tan fácil y accesible, convirtiéndose en algo más bien material, comercial y casi tangible. ¿Cuánta gente no se habrá identificado con Proudstar? ¿Quién no ha deseado poder tener el amor con un simple chasquear de dedos (o un pulsar como en este caso)? Creo que la mayoría firmaría por ello, aunque suponga la pérdida de todo eso que lo hace tan especial. Y también resulta contradictorio y difícil de asimilar una aplicación que; por un lado, te garantice una relación con el amor de tu vida mínima de dos años como si fuera un electrodoméstico; y por otro que uno tenga varios amores verdaderos a elegir el que más te guste dentro de tu zona, que con solo elegir y que esa persona te acepte ya baste para que se forje al instante una relación incluso a nivel emocional. Una idea que a más de uno podría inconcebir, asustar e incluso repugnar, pero tan habitual (o más bien condicionado) para la sociedad de Joel que la existencia del amor “a la vieja usanza” sea de primeras desconocido para luego ser impensable e increíble; pues este sentimiento solo existe con Eros en ese siglo, que las relaciones de sociales (más exactamente, el cortejo) sólo les sirven para ese fin que es el deseo carnal sin cabida al interés de enamorarse o gustarte, evidenciando lo limitado e incluso castrado que puede llegar a ser el corazón humano en este caso.
Otro elemento fundamental que se enfatiza en la novela, especialmente cuanto más avanza la trama, es la cultura pop; con especial hincapié en su música y la filosofía que ésta puede llegar a transmitir, siempre con la voz y la visión de Proudstar como gurú de esta corriente. Curiosamente, en este aspecto el autor fija su visión sobre pop internacional sin mención a iconos nacionales tanto del pop en sí como del colectivo al que está más enfocada la obra (me hubiera gustado que se hubiera acordado un poco de los “Fan Fatales”, he de reconocer).

La Confabulación de Eros derrocha una intensidad difícil de creer que sus poco más de doscientas páginas sean capaces de contener, y de igual modo que dicho ímpetu case bien con la sencillez y frescura que también derrocha. Siendo objetivo y juicioso, no es una novela que destaque en aspectos que la cotejen con obras de renombre; pero si uno logra conectar con la historia de Joel y Proudstar, con esa sencillez y frescura que son sus cimientos, se convertirá en un título que te encandilará y enamorará para ocupar un rincón de honor en tus repisas. Un buen libro tiene el objetivo primario de entretener al lector; en mi caso lo consiguió con pericia soberbia.
Tras el prólogo de Paz Quintero, la historia da comienzo directamente en su primer capítulo hasta culminar en el número treinta y uno y su posterior epílogo; cada uno de estos son bastante cortos aunque no por ello menos intensos, mezclándose en armonía la narración propiamente dicha con las diferentes entradas que componen el blog de Proudstar (con el agradable detalle de la diferencia tipográfica bien marcada entre la una y la otra).
Al mismo tiempo, ésta es una novela a dos voces que se reparten la exposición en una armoniosa y perfecta equidad. Por un lado la tercera persona, que detalla los acontecimientos y el dinamismo de la trama propiamente dicha, así como las emociones y los pensamientos de sus personajes (principalmente Joel) como una sombra que se adentra en lo más profundo de sus almas. Y por otro lado la primera persona del propio Proudstar en su blog, donde desnuda su vida como un diario (aunque no demasiado privado si lo cuelga en Internet); y es en cada entrada del blog donde más que ningún otro se palpa las emociones y los pensamientos de este personaje, sobre todo en el terreno amoroso donde va más de derrota en derrota por un motivo u otro.

Sobre el trazo de la pluma de Daniel Fernández, sinceramente me cautivó en esta ópera prima suya. Sencillo y directo, a la par que intenso y fresco; llegando personalmente a atisbar algo especial entre sus líneas, que con mucha frecuencia lograba robarme una sonrisa e incluso una risa propiamente dicha con ese toque ácido que impregna a sus personajes. Sin duda ha logrado crear una primera novela que es diáfana y heterogénea dentro de su sencillez, además de fresca, con una prosa que pisa con autoestima contagiosa en un recorrido dinámico; además de inflar de carisma en estado puro en la personalidad del elenco que ha concebido.

Tanto Joel como Proudstar me agradaron, porque a pesar de todo y sin importar sus bien distanciadas épocas, son jóvenes concebidos para que resultaran reales y fáciles de captar la empatía de más de un lector (incluso si no comparten su orientación sexual). Son personajes que por X o por Y mantienen una relación no muy cordial con el amor, y esto es un punto de partida que afianza la empatía del primero por el segundo, barriendo por completo hasta las barreras del tiempo. Y poco a poco ambos se vuelven complementarios en la historia, como las dos caras de una moneda.
Por un lado Joel refleja frustraciones, que a pesar de todo lo bueno que le destaca como un diamante perfecto siente que no encaja del todo en la selva urbana del siglo XXXI por la que ronda, en especial por no compartir con los demás esa necesidad de utilizar Eros; y encontrar ese blog milenario abrirá los ojos, le ayudará a encontrarse a sí mismo para librarse de fantasmas y estigmas, desarrollando una evolución notable.
Por su parte Proudstar es un personaje que, aunque sufra y se lleve más de un desengaño en el terreno sentimental, siempre camina por la vida con fuerza y se levanta por más tiritas que pegue en su corazón; un personaje con bastante chispa, sobre todo a la hora de desnudar sus emociones más tristes sin que el receptor de sus palabras necesite prozac para leerle, y no es difícil encariñarse de hasta sus momentos más patosos. En el tramo final una parte de él llega a sorprender, aunque de una forma un poco rechinante e inexplicable, aunque eso no oscurece el fulgor que lo convierte en un personaje que agrade de principio a fin.
No son muchos los personajes que circundan a los que tienen la mayor voz cantante, principalmente la exuberante Lorena (compañera de trabajo de Joel con la mantiene una buena amistad) y la arrolladora Andrea (mejor amiga de Joel y lesbiana), ambas muy importantes para el chico en común y que se preocupan sinceramente por él; y aunque ambas tienen en común haber encontrado la felicidad con Eros, sus vidas experimentarán un antes y un después cuando son salpicadas por los acontecimientos narrados en la novela.
Son otros los que gozan de relevancia en esta novela, aunque profundizar sobre ellos en esta reseña supondría arruinar la oportunidad de disfrutar tanto de ellos como de la historia en sí; principalmente porque toman cartas en el asunto ya pasado el ecuador. Lo que sí destacaría, y sin hacer una mención descarada, es la presencia de una figura bastante singular, la cual se convierte en una de las excentricidades del geiser creativo del autor, pero que acaba resultando un aporte que hace despuntar el toque hilarante, picante y efervescente; además de que su presencia de por sí vuelve innecesario el típico comentario de “todo parecido con la realidad es pura casualidad”.

Me es imposible cometer el desatino de omitir mi opinión sobre la portada (uno de esos puntos que avivaron mi primera curiosidad para darle una oportunidad a esta obra), tan sencilla pero atractiva a su vez, un buen trabajo por parte de Jorge Vivas. Un fondo de códigos binarios tan intrínsecos en la tecnología, así como la mano en primer plano pulsando un botón que sería el uso de Eros, son claras referencias del futuro de Joel; mientras que en medio muestra un joven de aspecto contemporáneo cuyo rostro no se revela (seguramente evocando a Proudstar) junto al popular Edificio Carrión de Madrid (aunque con la palabra Utopía sustituyendo el nombre de la famosa marca de bebidas del emblemático neón que la corona; palabra con doble sentido entre la utopía que alcanzaría la humanidad en el siglo XXI y el nombre de la poderosa empresa de ese futuro lejano e hipotético). Absolutamente una portada con magnetismo y que engloba la idea de la historia que protege sus solapas, así como la convergencia del hoy y el mañana de la novela.

La historia comienza realmente bien, con un planteamiento y desarrollo muy prometedores. A medida que se alcanza su ecuador se vuelve un tanto más “fantasiosa” y estrambótica, incluso para su género y la sencillez que derrocha su base; pero no por ello no menguó en mi caso la curiosidad y el agrado que me atrapó en sus primeras páginas. La novela mantiene la hilaridad amena que se retuerce en sincronía con toda la intriga que ofrece, incluyendo lo que el autor da a potenciales hilos de reflexión, en buena parte por las entradas del blog de Proudstar; y estas últimas en gran parte llegan a ser tan extrañas (y hasta diría que reveladoras) para la mentalidad de los habitantes del futuro, pero tan cotidianas y comprendidas para cualquiera que camine ahora por este mundo.
Su final me agradó en gran medida. Aunque resulte en buena parte disparatado, surrealista (incluso para sus elementos de ciencia ficción) y paradójico, precisamente esto acentúa el encanto de la novela. Cierto que hay puntos que un poco se meten casi con calzador y a empujones, pero el resultado que ofrece me dejó satisfecho y sin duda tenía que ser así para que dejara en mí un buen sabor de boca a la altura de mis expectativas.

Existe una escueta precuela lanzada a posterior (únicamente en formato digital y de manera gratuita en la web de la editorial), titulada La Confabulación de Eros: Los Archivos Perdidos. Un par de capítulos que complementan esta novela que espero echarles el ojo pronto.

Conclusión: Sencilla e intensa, fresca y divertida, con una mezcla de elementos que se solapan bien entre sí. Una historia que, a fin de cuentas, gira en torno al amor y su importancia sin importas las épocas; que aunque no sea un camino fácil el de los sentimientos, facilitar ese camino a un extremo radical no está exento de consecuencias negativas.
Si te dejas cautivar por el ritmo pop que mueve a Proudstar capaz de germinar en nuestros descendientes del siglo XXXI, esta será una de esas lecturas que te dejarán un grato recuerdo cada vez que venga a tu memoria.

Mi valoración global: 4,5/5



miércoles, 23 de diciembre de 2015

Merry Booky Christmas!

El tiempo siempre me parece caprichoso y ambiguo, capaz de hacer un año largo y a su vez fugaz, y este 2015 no es una excepción.

Uno no evita hacer balance, de las ganas que tuve de volver a la blogesfera pero parece que con las ganas no bastaban para llevar el ritmo que quería. La verdad, la vida a veces necesita tiempo extra, pues con frecuencia se me antojan escasas las veinticuatro horas que tiene un único día; y me da la nariz que en el 2016 andaré por la misma línea o quizás con el cinturón del tiempo algo más apretado.
Eso sí, seguiré estando por aquí aunque sea con cuenta gotas (quienes me conozcan un poco sabrán que no soy partidario de las despedidas a la francesa).
Gracias a quienes se pasen por este rincón de Blogger, a quienes echan un vistazo al contenido que comparto (espero en 2016 dedicarle algo más de merecido tiempo a mis relatos, tanto rescatar los que en su momento subí a La Repisa como los nuevos que vaya escribiendo), a quienes han dejado alguna palabra o hayan manifestado su agrado tanto aquí como en las redes sociales vinculadas a mi actividad de bloguero y escritor.

Y son más, os deseo una Navidad maravillosa, con una entrada y salida de año desbordante de alegría y buenos propósitos. Y por supuesto, que Santa y los Reyes Magos se guarden el carbón para traeros montones de libros que os hagan soñar, emocionar, reír y, sobre todo, crecer día a día como personas.

¡Feliz Booky Navidad!



miércoles, 2 de diciembre de 2015

Crítica personal: Una Vacante Imprevista

Título: Una Vacante Imprevista
Título original: The Casual Vacancy
Autora: J. K. Rowling
Editado en España por: Salamandra

Sinopsis:

Pagford, un pequeño pueblo donde los secretos cuentan.

Con su plaza adoquinada y su antiquísima abadía, Pagford parece un típico pueblecito inglés, un lugar idílico en el que la vida transcurre con plácida tranquilidad.
Sin embargo, sus habitantes están inmersos en una realidad diferente. Tras la conmoción causada por la súbita muerte de Barry Fairbrother, se desencadena una auténtica batalla en srdina por ocupar la vacante dejada por Barry en el consejo parroquial, donde se dirime el destino de una urbanización de dudosa legalidad.
Y cuando la tensión hace aflorar una serie de conflictos laterales que involucran a todo el pueblo −hijos contra padres, pobres contra ricos, mujeres contra maridos, alumnos contra maestros−, la pasión, la hipocresía y, especialmente, los secretos que suelen anidar en una comunidad pequeña desempeñarán un papel decisivo en el futuro de Pagford.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Quienes me conozcan, sabrán que J. K. Rowling y su reconocida saga de Harry Potter son una de las mayores influencias para mí, tanto como lector como autor. Uno despierta expectación (y no puedo negarlo, cierto recelo a lo desconocido) cuando se embarcó en un género tan diferente al que llevaba escribiendo durante tantos años. Afortunadamente, a pesar del calibre de seiscientas intensas páginas que acarrea esta novela, Jo sigue metiéndome en el bolsillo.

Pero antes de adentrarme en esta opinión personal, diré de antemano que me he planteado no aportar muchos detalles de la trama o sus personajes. El motivo es que Una Vacante Imprevista es una historia muy completa y diáfana, ya de por sí por el meollo político en el que gran parte del elenco tiene cabida crucial; pero también porque los acontecimientos y las historias propias de todos sus personajes tienen su peso, algunas de ellas en verdad independientes a la vacante libre en el consejo parroquial y el tema de discordia entre los dos más bien claros bandos del mismo, pero que al final todo acaba enlazado en mayor o menor medida.

Pagford es un pueblo inglés que resulta corriente, monótono y encantador para los ajenos a este (por lo menos, en su superficie); aunque no hay que olvidar que no es oro todo lo que brilla.
De la manera menos esperada y triste, muere Barry Fairbrother la noche en la que se disponía a celebrar con su esposa Mary su aniversario de bodas. Este hombre destacaba, en criterio de un buen número de vecinos, por su carisma, además de por su entrega a diversas actividades de la comunidad (por ejemplo, entrenando al equipo femenino de remo del instituto); y lo más importante es que pertenecía al consejo parroquial de Pagford, cuyos miembros deciden en sus asambleas los asuntos políticos del pueblo. La defunción de Barry deja libre un puesto, el cual resulta ambiciosa para cualquiera con aspiraciones políticas y de cierto poder en esa comunidad; pero importante para los que ya están dentro del consejo, porque encontramos dos claros bandos con ideales que chocan con los de otros, y la falta del fallecido equilibra momentáneamente la balanza de poder en las decisiones, y cada uno de esos bandos necesitan inclinarla a su favor, con la urgencia de un asunto en el que se encuentran en delicado debate.
Décadas atrás la vecina ciudad de Yarvil empezó a extender urbanizaciones hasta los mismos límites de Pagford, y finalmente logró adquirir ciertos terrenos que permitieron ampliarlas hasta invadir tierras que los habitantes del pueblo consideraban suyas. En el momento actual de la novela, los terrenos de Pagford urbanizados por Yarvil lo ocupa la zona residencial que recibió el nombre de los Prados, la cual poco a poco se convirtió en el asentamiento de familias de clase baja, desestructuradas, conflictivas y de baja estofa, con un alto índice de desempleo en sus hogares y nido de vándalos y drogodependientes, donde los trapicheos y negocios de sustancias estupefacientes son sobrado conocidos por todo Pagford. Para mayor delicadeza del asunto, Yarvil se desentendió de los Prados para derogar las responsabilidades sobre los Prados (sobre todo los temas de los gastos que supone), recayendo durante mucho tiempo sobre el consejo parroquial.
La opinión de los Prados es el tema de mayor división para sus representantes políticos (y lo mismo podría decirse de un cierto número de sus habitantes). Por un lado, encabezado por Howard Mollison, se las ven y se las desean que Pagford se desentienda legalmente de los Prados y volver a lanzar esa pelota a la jurisdicción de Yarvil; pero el lado opositor, donde Barry Fairbrother era el estandarte, discrepaba ante dicha separación. Y quien llegue a ocupar la vacante del fallecido tiene mucho peso a la hora del triunfo de los pro-prados o los anti-prados; cada uno de estos con sus motivos para defender sus respectivas causas.
Pero esta guerra política salpicará a otras personas, afectándolas o beneficiándolas, dependiendo e influyendo del destino legal de los Prados pendiente de un hilo. Cada individuo que se narra en esta novela, con un elenco diverso de edades, posiciones y relaciones entre ellos, tendrá mucho que ver y que decir incluso sin decir palabra directa; y de cada uno de ellos (movidos por sus aspiraciones, sus egos, sus frustraciones y sus deseos personales) puede ser un arma de doble filo tanto para los demás (ya sean amigos, enemigos e incluso familiares) como para sí mismos… Y está claro que los secretos que se airean pueden ser las armas más letales, en especial en una comunidad tan reducida donde casi todos se conocen al menos de vista o de oídas.

La trama de Una Vacante Imprevista tiene un eje principal que, como salta a la vista, es el tema político que produce tal discordia como si la diosa griega Eris hiciera rodar su manzana dorada en medio de ese pueblo inglés. Sin embargo, un generoso número de tramas la circundan, unas con mayor o menor relación con la principal, otras que a priori viven ajenas a la vacante de Barry y el asunto de los Prados, con un generoso número de personajes cuyos intereses y acciones pueden aportar su granito de arena al desenlace del argumento; por lo tanto el lector no debe infravalorar siquiera las preocupaciones tan banales de los adolescentes que rondan por Pagford, porque todo (absolutamente todo) puede marcar un poco la diferencia.
La novela (dividida en siete partes y narrada siempre en tercera persona) me ha resultado un ejemplo realista de muchas facetas que puede desplegar el ser humano, así como la diversidad de personalidades, psiques y objetivos que alimentamos y modelamos desde que empezamos a tener uso de razón. Entre otros aspectos, podemos ser mezquinos y egoístas, ignorar los infiernos que otros puedan padecer y por tanto menguar la empatía innata que forma parte del caldo de cultivo de nuestra concepción; tan ególatras pueden pecar de ser las personas que se vuelve fácil el hacer sufrir a otros de directamente y a veces sin ser conscientes de ello, ya sea de manera física como verbal y psicológica. Pero lo peor que podemos sacar no es una danza solitaria, pues lo mejor de nosotros comparte la pista de baile en la seguimos el ritmo de la música de la vida, y es precisamente de cada individuo quien depende como afrontar sus propios problemas, aunque no sea fácil evitar ser herido tanto uno mismo como quienes nos rodean.
También atisbé en esta historia algo que siempre me han comentado y que parece aplicable sin importar la nacionalidad: cuanto menor sea una comunidad (como en el caso de un pueblo), mayor conocimiento se puede tener las vidas de los vecinos y uno mismo está siempre expuesto, y que precisamente el impacto mayor que puede tener con respecto a comunidades más grande el que se aireen trapos sucios y todo tipo de secretos, en particular los inconfesables, turbios y bochornosos. Además, en más de una ocasión se deja constante la mentalidad recelosa, cerrada y a veces despectiva en ocasiones los oriundos más radicales (aquí referidos como la vieja guardia de Pagford) con respecto a los que no les respalda una línea generacional pura y casi milenaria en la región, hasta el punto de considerarlos invasores e indignos de pertenecer a ella incluso por más años que compartan el día a día o que sus hijos hayan nacido y crecido allí; y para Howard Mollison (entre otros), la gente de los Prados es considerada, además de chusma parásita, extraños invasores que no serán verdaderos “pagfordianos” en el jamás de los jamases.

J. K. Rowling despertó mi expectación antes siquiera de tener esta novela en mano, y quedé satisfecho al ver que no ha perdido el atractivo que me cautivó en el pasado. Su prosa llega adecuadamente al lector, como siempre, aunque con un lenguaje algo más curtido que en sus libros anteriores al ir más enfocado a un público de mayor edad en este caso; su ambientación y la forma de transmitir los pensamientos y las emociones de cada personaje aún se aferran al adjetivo de sublime. Lo que destacaría de esta lectura, en lo que a la narrativa de la autora respecta, es lo mucho que llegó a sorprenderme cuando relata ciertos temas; mucha gente no se esperaría el modo en que Rowling toca el sexo sin demasiados tapujos, y aunque se trata de un asunto presente en la vida real puede que lo más normal sea que nos llevemos un pequeño shock si hemos leído antes su ópera prima. En términos generales, esta gran autora mantiene lo mejor que siempre la ha caracterizado y le suma nuevos registrados para este giro de ciento ochenta grados en su trayectoria.
Por supuesto, la prosa de Jo sigue siendo realmente intensa, y en Una Vacante Imprevista llega a alcanzar un grado de densidad que a veces uno deba esforzarse al ritmo de su exposición en este caso; considerando en algunos momentos tomar esta lectura con cierta y especial calma para llegar a disfrutarla de verdad. No cabían dudas de esto dado al calibre y a la profundidad tanto en la trama como en su generoso número de personajes (dedo señalar, que entre principales con peso y relevancia en la historia rozan muy de cerca la veintena, toda una hazaña por parte de Rowling que logra con éxito y sin caer en el intento); un proyecto realmente ambicioso que es más que probable que sólo sepan disfrutarlo lectores curtidos y mentes pacientes. Sé que esto puede ser un punto bastante negativo para muchos a la hora de brindarle una oportunidad a esta obra, yo mismo he llegado a tomármela con más calma de lo habitual en mí (en particular a la hora de ponerme en situación de lo que ocurre en Pagford, el tema de los Prados y los desencadenantes de la muerte de Barry Fairbrother; así como empatizar con las diversas historias circundando los asuntos principales de la novela, familiarizándome con cada personaje y ubicando las distintas relaciones que hay entre unos y otros). Pero a pesar de todo, uno puede llegar a despertar agrado una vez familiarizado con la base de la obra, y más si se es un lector que disfruta con tantas historias más o menos separas pero a su vez tan conectadas. En verdad, Rowling hizo un delicado y complejo trabajo con Pagford, pero a su vez perfecto y real, al ser capaz de concebirla y exponerla con un realismo creíble dentro de su naturaleza ficticia. Así pues, a pesar de su envergadura física y argumental, puede ser una delicia para los que quieran una historia completa y polifacética y tengan lo que hace falta para encarar la longitud de la novela (que afortunadamente, el estilo de la autora minimiza toda posible pesadez).

Diría que no hay un verdadero protagonista en esta novela, a la excepción quizás (pero de manera más bien simbólica y como un foco de referencia para los acontecimientos narrados) del propio Barry; cuya muerte despertará diferentes sentimientos y reacciones entre sus familiares, amigos y vecinos, desde la profunda pena de dicha pérdida y recuerdos memorables de su personalidad hasta la hipócrita falsedad y satisfacción de triunfo de quienes lo consideraban un enemigo político más porfiado que un forúnculo en el trasero. Algunos personajes, a raíz de Fairtbrother (quien se convierte en un punto de referencia en la novela, como si fuera el kilómetro cero de esa red de historias y acontecimientos), así como el legado del mismo, se moverán en contra o en pos de lo que creía y luchaba el fallecido.
Personas mezquinas, pedantes, ególatras, ambiciosas, cobardes, hipócritas, inmaduras incluso siendo adultos o que prefieren coger los atajos y los trapicheos fáciles para caminar por la vida; aunque habrá quienes traten de mantener y expresar lo mejor de ellos mismos, a pesar de que las circunstancias que les circundan no facilitan dicha tarea. Corazones con sus frustraciones, miedos, tristezas, traumas, sueños, deseos y aspiraciones; y la personalidad y las decisiones de cada uno influirá en como avanzan en esta particular tragicomedia con Pagford como escenario. Habrá quienes (en especial desde la juventud de la adolescencia) traten de encontrarse a sí mismos o adaptarse a los cambios inesperados, o que tras muchas experiencias en sus vidas que tiran más bien a desafortunadas traten de enderezarlas o encontrar lo que creen necesitar. Entre cada personaje, en su heterogeneidad de edades, personalidades y estatus sociales, se irán pasando la batuta del protagonismo según el grado que la autora les ha adjudicado, enlazando sus acciones sobre otros para afectar en unos acontecimientos y otros.
Quizás un punto muy común en todo el elenco sea el egoísmo, porque a veces los objetivos, las preocupaciones y la impotencia individuales absorben al ser humano; además del despecho, pues a veces esta emoción saca el peor y más malicioso lado de la gente hasta llevar la venganzas indirectas y más bien traperas y desleales, tales como el aireo de trapos sucios desde la salvaguarda de las anónimas sombras para subjetivamente devolver el equilibrio a sus propias existencias (aunque las armas que puedan usar en este sentido pueden resultar muy de doble y peligroso filo).
En general, me ha agrado esta compañía de actores que entre todos acaparan más o menos por igual los focos. Los he adorado, los he odiado, me han despertado asco, rabia, vergüenza ajena, compasión, empatía e incluso admiración en lo que respecta a sus personalidades y decisiones… Y sobre todo, me resultaron muy vivos y humanos. Todos cumplen sus respectivos papeles con palpable pericia e hicieron que valiera aún más la pena pasear entre ellos por los rincones de Pagford.

La densa e intensa trama, en general, atrae a medida que se conoce y se comprende mejor al elenco. Y cuando ya la situación se encuentre establecida, la expectación va caldeándose poco a poco tras cada página pasada, tanto por el destino de los Prados como la ocupación de la vacante libre en el consejo parroquial; pero en particular las historias personales de cada protagonista que llegan incluso a soterrar el enredo político, ofreciendo muchos retazos de secretos e intrigas que prometen ir mostrando más de su tela hasta ser revelados.
A medida que la lectura se aproxima más a su último tramo y a su desenlace, el crescendo del ritmo argumental acaba llegando a ser infrenable y frenético como una bola de nieve rodando desde la cumbre más alta hasta que se vuelve más dinámica y colosal. Entonces, llegando a su final, esa bien crecida bola de nieve estalla con toda su virulencia, abordando al lector con la tragedia y las resoluciones en la vida de la mayoría de sus personajes.
A fin de cuentas, uno llega a un punto y final difícil de preveer. La mayoría de implicados en esta función acaban, para bien o para mal y en mayor o menor medida, recogiendo lo que siembra y ajustando alguna que otra cuenta con el karma; otros se encontrarán a sí mismos y (en especial algunos casos) empezarán a dar los pasos de un antes y un después, pues algunas de las situaciones tan complicadas llegados al final de Una Vacante Imprevista serán renovadoras e incluso esperanzadoras. Pero en definitiva, habrá quienes nos darán a entender que la visión de cada persona puede ser verdadera, aunque el criterio de la misma sea distinto entre unos ojos u otros; y que las acciones y aptitudes de una misma persona pueden ser ambivalentes y, aún así, no desmerecer las positivas de las negativas. Puede que algunos parezcan santos y otros demonios, a veces dependiendo de lo que hagan, de sus circunstancias e incluso la lente por la que son observados, pero a fin de cuentas humanos que cargan con virtudes y taras en la superficie del alma.

Conclusión: Lo que en el epicentro es una trama política, no es más que el dilatado y reverberante surtido de vidas que, en mayor o menor grado, danzan en torno a esta. Un pueblo con sus altibajos y sus polémicas soterrado en las relaciones y las personalidades de sus habitantes, ofreciendo al lector un diverso entramado de personas cuyas experiencias y complejidades, así como los secretos que se llegan a lanzar como letales granadas de mano que a veces no hacen miramientos con la propia familia, darán pie a la reflexión. Desde mi punto de vista, J. K. Rowling supera con nota esta prueba de fuego que le quita la etiqueta de ser simplemente la autora de Harry Potter.

Mi valoración global: 4,5/5