miércoles, 16 de marzo de 2016

Crítica personal: Insurgente

Título: Insurgente
Título original: Insurgent
Autora: Veronica Roth
Editado en España por: RBA

Sinopsis:

Una sola elección puede transformarte o destruirte. Sin embargo, toda elección tiene sus consecuencias, así que, cuando los disturbios se extienden por las facciones, Tris Prior debe seguir intentando salvar a sus seres queridos (y a sí misma), mientras se enfrenta a inquietantes dilemas sobre la pena y el perdón, la identidad y la lealtad, la política y el amor.
El día de la iniciación, lo normal es celebrar la victoria con la facción elegida; por desgracia, en el caso de Tris, el día acaba de forma atroz. El conflicto entre facciones y sus distintas ideologías se intensifica, y la guerra acecha en el horizonte. El peligro en tiempos de guerra es que se debe escoger un bando, desvelar secretos… y las consecuencias de cada elección se convierten en algo aún más irrevocable y poderoso. Transformada por sus decisiones, pero también por los nuevos descubrimientos, los cambios en sus relaciones personales, la pena y la culpa que la observan, Tris debe abrazar su divergencia por completo, aunque eso le suponga pérdidas insuperables.

Crítica personal (puede haber spoilers):
Al tratarse de una continuación, será inevitable mentar sucesos del anterior para mayor comprensión y coherencia de esta crítica personal. Si continúas leyéndola, será bajo tu propia responsabilidad.

De alguna forma conecté bien con el inicio de esta trilogía (e incluso con su protagonista principal), pero en el caso de Insurgente, aunque siguió gozando de buena parte de mi agrado, a veces sentí una de cal y otra de arena.
Divergente acabó con mucha incertidumbre y expectación. Por un lado, el complot producto de la asociación de Erudición y ciertos miembros de Osadía, lo que desencadenó la casi extinción de Abnegación por parte de osados controlados por una simulación creada por la líder veraz. Por otro lado, en su huída junto a Caleb, Tobías, el padre de este y Peter, Tris siente un caldero caótico de emociones tras esos acontecimientos: la pena de perder a sus padres, la culpa por verse obligada a matar a su buen amigo Will, la confusión ante los actos de Jeanine y los enigmáticos motivos reales que la llevaron a idear todo lo que se desencadenó.
Ante todo esto, Tris llegará a Cordialidad en busca de refugio, además de ayuda; en especial a detener el paso arrasador de Erudición. Sin embargo, nada es tan sencillo como quisiera la protagonista.

Jeanine revelará poco a poco sus intenciones de ubicarse no sólo a la cabeza de su facción, todo en pos de una hegemonía y una supremacía que va más allá de su fría y pragmática crueldad. Se encenderá una rebelión soterrada y velada entre las bambalinas de esa sociedad por parte de los menos favorecidos que parece a punto de emerger si logran la vía para darle luz verde a sus propósitos. La tristeza, la culpa y las dudas de Tris que hará mella tanto en ella misma como en su relación con Cuatro. Una tensión política inesperada que hará tambalear la aparente equidad de las facciones, en especial cuanto más la desiguale Erudición a cada paso que avance en sus objetivos.
Y en medio de todo ello, la divergencia (e incluso la propia Tris) seguirá teniendo mucho que decir.

A través de sus cuarenta y siete capítulos (en los que la protagonista repite el rol de voz y visión expositoras de la trama) el lector verá la resolución del final de Divergente, mostrándonos la ambición de Erudición que promete el conflicto interno entre los miembros de esa sociedad post apocalíptica. Pero a diferencia que en el comienzo, los miembros de las facciones no serán los únicos que tendrán voz y voto en esta vorágine, debiendo tenerse en cuenta a los Abandonados, quienes están más presentes en Insurgente.
Los misterios e intrigas de ese hipotético y arrasado futuro, el como se ha llegado a ese Chicago divido en facciones de mentalidad y conductas condicionadas que imponen la mutilación de la versatilidad emocional, empezarán a esclarecerse lentamente, en pos de allanar camino de cara al desenlace; así como lo que hay detrás de los divergentes, todo incluso con explicaciones de base científica en medio.
Otra parte que se desgrana bastante (y que aporta en la historia de buena medida) es el pasado de muchos de sus personajes, siendo motivos de esclarecimiento para Tris en muchos casos; incluso conocerá más de su enemiga, de Cuatro y de sus propios padres más de lo que pudiera imaginar. Si dicen que nunca llegamos a conocer del todo a nadie, incluso a quienes más queremos, en el caso de la protagonista es indudable. Y entre todo, diría que el rencor, el resentimiento y las asperezas de muchos personajes se mostrará de manera natural, humana y visceral en conceptos generales.
También he tanteado algo tan real como la división y confrontación que puede llevar un conflicto interno en una nación, hasta el punto de ubicar amigos y familiares en bandos opuestos, con el potencial y penoso enfrentamiento entre hermanos o entre padres e hijos.
Por supuesto, el factor romántico seguirá siendo uno de los ejes de la trama. Aunque Tris y Tobias hayan forjado un amor sincero y brioso, una relación sentimental no es tan fácil de tornarla idílica incluso en su caso. Aquí se pondrá a prueba sus sentimientos, hasta el punto de que el fino hilo que los une roce demasiado el filo de esa navaja que es la ruptura, porque el amor puede ser flagelado por secretos del pasado aún no compartidos; sucesos no revelados difíciles de compartir si ya resulta complicado rumiarlos uno mismo; sobreprotección friccionando con el orgullo; los susurros de la duda potencial tan latente en las personas; o los matices de diferencia entre ambos más allá de lo mucho que encajan ambos, serán algunos factores que deberán encarar con todo el valor de Osadía para no embarcar en dique seco.
Además del amorío, Tris tendrá que vérselas y deseárselas con debates morales. Sentirá la culpa, la tristeza, la frustración y el recelo entre otras emociones igual de cargantes, prensada entre el desprecio por su propia existencia con las potenciales ganas de no morir.

La prosa de Veronica Roth siguió siendo de mi agrado durante esta lectura. Profunda y amena a la par, una aceptable ambientación dentro de la originalidad que ofrece ese escenario con facciones frente al abismo que amenaza los pilares superficialmente equilibrados en los que sus habitantes han vivido por largo tiempo. Sin embargo, a pesar de que me agradó bastante, aquí me ocurrió lo que muchas veces experimento respecto a las segundas partes, que hay algo (ya sea en el argumento o algo en el autor en sí) que no alcanza las expectativas alimentadas en el inicio. Eso sí, me alegró al final que, como autora, Roth no fuera motivo de decepción.
Otro punto a su favor es la mayor dilatación que ofrece en lo que se refiere a la sociedad, sus normas y maneras, conocer mejor las facciones de Cordialidad y Verdad, además de más detalles de Abnegación, Osadía y Erudición. Creo que logra expandir ese mundo lo suficiente para que sea más o menos razonable y comprensible dentro del género al que pertenece; y francamente, logró mantener mi agrado a la visión de la autora de ese escenario distópico.
                                                                                             
Tris me dio a la par una de cal y otra de arena. Su desarrollo y su forma de encarar lo que le toca vivir en ese caos que la circundan no tienen desperdicio, pero en Insurgente su personalidad se acerca un poco a ese tedio que pueden infundir otras heroínas/narradoras de la literatura juvenil. A lo largo de la novela crecerá a base de golpes y de remordimientos, cavilando elecciones de las cuales aprenderá que es difícil evadir el riesgo de perder algo para ganar. Seguirá temiendo su divergencia y la versatilidad potencial que ésta implica, sin saber lo relevante que puede llegar a ser. Aunque para mí flojeara como personaje poco después del principio en adelante, a mi parecer logra remontar llegando al final y agradándome de manera similar a como me agradó en Divergente.
En cuanto a Cuatro/Tobias, cuarto y mitad de lo mismo. En el anterior libro resultaba prometedor, y aunque en varios aspectos de su trasfondo no decepcionan (como su personalidad, su pasado y ciertos acontecimientos que impulsan su desarrollo como personaje), su rol en este libro se me antojó un tanto plano en ciertos tramos de la novela, salvando ciertas ondas acentuadas como algunos de sus actos de la trama en sí y las turbulencias de su relación con Tris; destripando su lado más vulnerable y humano bajo esa personalidad fuerte y arrolladora, y el enfrentarse a sus miedos, tanto a los cuatro que había tenido este tiempo y que haya o no superado como los que puedan surgir tras estrechar su camino personal con el de Tris tendrá su cabida en Insurgente. Simplemente, da su apropiada y bastante notable aportación en este segundo libro (sobre todo a la hora de ahondar su relación con Marcus y Evelyn), pero tuve la sensación de que acababa ensombreciéndose y eclipsándose por la relevancia que acarrea aquí la heroína.
Peter y Caleb, quienes escapan junto a Tris y Tobías, llegan a dejar muescas en los acontecimientos de esta continuación. Peter no es diferente al que se conoció de él durante el proceso de ingreso en Osadía (sobre todo en lo que respecta a los engranajes de su mente y su comportamiento), pero llega a ser un personaje interesante de leer. Por parte del hermano de la protagonista principal, sigue siendo tan erudito como prometía ser en Divergente, así como bastante ególatra tal y como se atisbó en su anterior intervención; aunque eso sí, llega a impactar por sus decisiones a medida que avanza la historia. Un punto en común entre estos convertidos en osado y erudito respectivamente es lo sorprendente que puede llegar a ser su paso dentro de sus roles secundarios, ofreciendo más de un giro inesperado.
Es en Insurgente donde se sonda más sobre Jeanine, sus intenciones, sus metas, su ambición  e incluso pequeños retazos de su pasado. Aquí se la puede comprender mejor, pero no lo suficiente para justificarla lo más mínimo. No deja de ser brillante, con una mente demasiado racional, pragmática hasta el punto de despreciar cosas importantes como la moral, la ética, la empatía o los sentimientos. La verdad, aunque un tanto mejorable, como antagonista cumple bien su papel.
Evelyn me inspiró menos confianza incluso que Jeanine por lo fangosa que fácilmente puede resultarle al lector; pero esto no quita lo más mínimo el acertado papel que desempeña en su puesta en escena. Sólo puedo decir que desde las primeras páginas en las que ella se expone, así como las perlas que puede sacar a relucir de su personalidad, hace aplicable incluso en el caso de la líder de Erudición ese viejo dicho de “más vale lo malo conocido”.
Algo más se verá y conocerá de otros tantos personajes vistos en el primer libro, como Christina, u osados como Uriah, Zeke, Lynn, Marlene o Eric, que se dejarán notar. También hay caras nuevas que no se pueden desdeñar lo más mínimo, como Johanna (líder de Cordialidad con más de un as bajo la manga de su amabilidad), Jack Kang (líder de Verdad que cumple bien el estereotipo de la facción) y Cara (la hermana de Will, cuyo recuerdo sigue presente en el dolor de quienes lo quisieron y el remordimiento de Tris) entre otros que enriquecerán la trama.

El desarrollo del argumento es fluido, ramificando diversas cuestiones (la táctica de tierra quemada de Erudición, el grupo de ciudadanos que planean su rebelión, los conflictos personales de la protagonista y la propia divergencia) para mantener la expectación hasta prácticamente el límite. Claro está, siendo una distopía con un escenario tan crudo y adverso, el sufrimiento, las penurias, las situaciones que rozan el adjetivo de irónicas y, sobre todo, la muerte estarán rondando en cada pasar de página; y todo esto agrada al comprobar lo inesperado que puede resultar estos factores tan inciertos como esperados de que sea víctima el personaje menos pensado sin importar lo cerca que esté o no de la cúspide de la relevancia en la trama.
El final se vuelve más dinámico, virulento y sorprendente en buen grado en su último trecho de capítulos; aunque quizás todo sucede un tanto precipitado hasta que se arroja la “resolución” en sus últimas páginas para encontrarnos a nuestros pies una bomba cuya metralla sin duda impactará con éxito para espolear (y de manera efectiva) la necesidad del lector de sondar la incertidumbre que deja de cara a Leal.

En este caso, la portada toma el símbolo de Cordialidad, y aunque dicha facción tiene relevancia en el argumento quizás no alcance el peso justificado que tuvo Osadía en el anterior como para mostrarse sobre el título. Esto no quita que siga siendo atractiva, sobre todo para el lector potencial.

Conclusión: Una continuación que ubica acertadamente al lector en los motivos y desencadenantes de los acontecimientos que cerraron su predecesor y que a su vez abre la puerta al desenlace en el posterior. Traición e intriga, ética y moral, secretos y reproches, amor y odio; todo convergiendo hacia el epicentro de Tris y su divergencia que difícilmente te dejará indiferente.


Mi valoración global: 4/5


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