miércoles, 2 de noviembre de 2016

Crítica personal: Los Hijos de Lugh

Título: Los Hijos de Lugh
Autora: Noah Goldwin
Editado en España por: Nowevolution

Sinopsis:

La vida de Darkos está a punto de sufrir un gran cambio: Ha sido señalado por Lugh, dios supremo celta y líder de los dioses de la luz, con el don de la inmortalidad y sentidos sobrehumanos. Un guerrero druida legendario ha nacido, elegido para salvar a su pueblo, los Hijos del Sol, del exterminio.
Dentro de él comienza a desarrollarse un ser cuya naturaleza es bien distinta a la humana. Poseedor de un secreto ancestral y guerrero innato, es el encargado de acabar con el cruel destino que el rey de Inglaterra ha marcado para los suyos.
La guerra se acerca, la batalla entre dos ejércitos enemigos está a punto de culminar una era de torturas y desgracias. Los Hijos del Sol se han alzado, están preparados para el combate final y Darkos será el abanderado de toda una raza que sellará el destino de todos ellos.
La leyenda de Darkos comienza: batallas, conspiraciones, sangre, pasión, amistad, mitología celta y mucho más te esperan en esta fabulosa novela de fantasía oscura.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Balor, dios de las divinidades fomorianas, recibió de una mujer druida un augurio poco venturoso. Su hija daría una descendencia de grandes virtudes y dones extraordinarios, pero uno de sus nietos sería quien acabara con su vida. Aunque el dios trató por todos los medios que Eithne estuviera lejos del alcance de todo varón, ella acaba finalmente encinta de trillizos, de los cuales sólo sobrevivió uno: Lugh.
El nieto de Balor creció, desarrollando sus cualidades innatas, hasta el día en que cumplió el inevitable parricidio marcado por el destino. Sin embargo, su abuelo lo maldijo con su último aliento, y dicha maldición recayó también en la futura descendencia de Lugh: los stonianos, también conocidos como Los Hijos del Sol. La raza creada por aquel dios gozaba de cualidades físicas superiores a los humanos, además de diversos dones prácticamente mágicos y de la inmortalidad; pero el estigma lanzado por Balor acarreaba desventajas para moverse entre los mortales, entre ellas varios de los típicos síntomas del vampirismo como cierta sensibilidad a la prolongada exposición del sol o la necesidad de alimentarse de sangre.

La trama toma de punto de partida la Inglaterra del siglo XIV. El rey Eduardo es conocedor de la existencia de los stonianos, y por el bien de su pueblo está dispuesto a erradicar esas abominaciones que considera demoníacas, depositando todas sus esperanzas en sir Williams. Aunque su meta es la extinción de esa raza, tanto el monarca como el caballero tienen un principal y enigmático objetivo cuya eliminación se considera de vital importancia.
Darkos, un joven del poblado de Amesbury, no da crédito a la masacre de la que es objeto su hogar. Deberá huir con su hermano Reig, con la rabia y la agonía que supone la muerte de sus conciudadanos y el incierto destino del resto de su familia; aunque él no podrá dar la vista a un lado a la realidad de que ellos también hayan perecido.
Pero ese sinsentido cruel no será lo único que ponga patas arriba la tranquilidad de su vida. De mano de Reig descubrirá verdades que le han sido velada de su pueblo, de su familia y de él mismo, a la par que empieza a sufrir cambios que se salen de lo que creía normal.

La huída de los dos hermanos por sobrevivir será sólo el comienzo de una aventura cruenta que no les permitirá demasiados resuellos; llena de misterios y descubrimientos, mientras se desgrana todo lo que gira en torno a los Hijos del Sol y el dudoso destino de los mismos amenazado por los humanos que saben de su existencia y desean su aniquilación total.

Los Hijos de Lugh es una obra que entrelaza fantasía arraigada a la mitología celta con situaciones e incluso personajes históricos. Una novela que en sus aproximadas doscientas cincuenta páginas condensa una trama intensa que tiene cabida en su propia sencillez.
Un argumento épico de tintes oscuros y cruentos, donde la malicia humana se extiende para hacer correr la sangre con virulencia; y esto es la base que fragua la lucha encarnizada y decisiva que se irá volviendo más y más inevitable tal y como anuncia de antemano la sinopsis.
Y de forma pareja; en mitad de profecías, criaturas fantásticas descendientes de un dios maldecido, masacres y todo tipo de elementos propios de la literatura fantástica más cruda y dura; también hay cabida para el factor romántico e incluso los placeres de la carne.
Darkos será la pieza clave de todo lo que se acontece y que dará sentido a la trama, con un destino a sus espaldas que desconocía y que nunca pidió. Principalmente esta historia se vuelca en el propio periplo del protagonista, en el modo en que asimila y enfrenta los cambios en su vida, en especial los más tortuosos, así como la propia metamorfosis que sufre su persona. Una senda de encuentro personal para comprender quién es él en realidad, aunque llegue momentos que dudará de sí mismo por el aluvión de secretos y de verdades ocultas que van saliendo a la luz ante sus atónicos ojos. Y ese mismo torbellino caótico de desarrollo y evolución de Darkos será lo que determine tanto los acontecimientos como la resolución del libro.


Otro de los puntos de interés de Los Hijos de Lugh es, precisamente, todo lo que gira en torno a los Hijos del Sol, algo que es, sin duda, importante dentro de la trama. Una raza bien definida, mostrando detalles pero sin ahondar de forma desmedida; pero aún así hubo momentos en que ciertos detalles de los stonianos no me parecía tan claros, y a veces un tanto confusos de seguir. Algo característico y enriquecedor en la novela relacionado con esta raza es la presencia constante de su lengua ancestral; generalmente en forma de una palabra suelta en medio de alguna frase, pero también se muestran algunas frases cortas, de las cuales me quedaría con esta: mou lohn diuy lohnnö pait ok mou (mi luz siempre será para ti).

La historia está dividida en un prefacio, un prólogo, una primera parte que ocupa la aplastante mayoría de sus páginas llamada La Huida, sucedida por otra realmente escueta de nombre El Renacer, además de un epílogo que la culmina. La omnipotente voz en primera persona es la que narra la trama, pero que frecuentemente llega a parecer la propia de sus personajes los que cuentan los acontecimientos y sus pensamientos con suma subjetividad.

Me fue bastante fácil empatizar con el estilo de Goldwin. Una prosa profunda que logra hacer acopio de todo lo épico que puede llegar a ser una historia de estas características. Demuestra una acertada capacidad de ambientación junto a la dimensión e intensidad de las emociones y pasiones de sus personajes; además de grandes cantidades de creatividad para asentar los fundamentos de los stonianos. También me ganó que en ciertos aspectos no se amilanase a la hora de expresar con naturalidad y crudeza cada situación, pero sin caer en nada extremadamente explícito; incluyendo las escenas más sangrientas y aquellas otras movidas por la lujuria.

Darkos es la piedra angular de la trama, y su peso va creciendo como una bola de nieve rodando en una larga pendiente. Un personaje que evoluciona y cambia a todos los niveles posibles; no se perderá del todo la naturaleza intrínseca de su personalidad previa a los acontecimientos de la novela, aunque será inevitable que se curta y mute en muchos aspectos después de tantos azotes crueles en vida y el tener que limarse a sí mismo a grandes zancadas en tan poco tiempo. Un protagonista que, a mi parecer, logra ganarse simpatía por el modo de torear el caos que le llega repentinamente, contagiando al lector con su bastante frecuente impotencia ante todo lo que acontece en torno a su persona. Aunque en algunos momentos se pierda a sí mismo por lo que le toca experimentar y lo que puede cegarles ciertos cambios que sufre, al final demuestra ser un buen personaje bastante real y vivo.
Reig es alguien muy importante para Darkos. El hermano mayor que cumple bien su rol de protector del menor, orientándolo en la revelación de ser un stoniano, siendo en muchos momentos su sombra constante para asegurarse que no caiga en un abismo de perdición dada las cruentas circunstancias que son arrastrados. En muchos momentos y en diversas situaciones, llega a igualar e incluso superar en protagonismo a Darkos en la novela, sobre todo en el aspecto romántico de la historia. Un personaje que me agradó en todo momento y por el que sentí mucha empatía.
Otra figura significativa de la trama es el antagonista: sir Williams. A medida que avanza el argumento, más se conoce de su personalidad y los motivos que convierten la exterminación de los Hijos del Sol, sobre todo la cierta persona, en algo sumamente personal para él. Un personaje que quizás, en pequeña parte, debido a sus circunstancias se muestre tan despiadado y despechado; capaz de todo por llegar a sus objetivos, pero que sin ocultar su agrado de sacar lo más oscuro y despiadado de su alma. Un antagonista que también peca a veces de ambivalencia, de rechazo a lo que es, y que llega a intentar engañar tanto a la propia realidad como a sí mismo.
Quizás flaquea un poco el hecho de que el peso recaiga más sobre los tres personajes antes citados. Aún así, la historia cuenta con un aceptable sostén en el resto del elenco; como Selt, lugarteniente de Williams con constante presencia en sus tropas y siempre ofreciendo sostén en su cometido; los parientes de Darkos y Reig en Folkestone; cierto personaje que tendrá su voz dentro de la trama que hará acto de presencia pasado el ecuador del libro; o el mismísimo rey Eduardo de Inglaterra, quien cuenta con una participación directa en el prólogo.
Quizás la pieza más relevante de los secundarios, incluso cuando no actúa de manera directa y que deja su impronta hasta casi el final, sea Sade. Un personaje importante, casi tratado con veneración, para los stonianos; una alta sacerdotisa, por así decirlo, con más dones que cualquier otro druida de su gente, ya que fue señalada y elegida por el propio Lugh. Pero también es alguien crucial para uno de los dos personajes más destacados de esta historia, siendo la piedra angular del aspecto romántico y apasionado dentro del argumento.

Algo digno de mención de esta obra es su edición, la cual derrocha sencillez y atractivo, en especial el excelente trabajo artístico de su portada por la mano de Ion Ander; una ilustración que ha sabido captar el concepto de la autora respecto a la figura del dios Lugh en todo su esplendor.

La trama en general me agradó, con esa exposición fluida, épica, cruda y con escasos tapujos; resultándome muy profunda y completa dentro de lo que ofrece el grosor de su lomo. Sin embargo, a pesar de la calidad que demuestra en originalidad y exposición, no resta que de algún modo sintiera que fuera a veces un poco lineal y que le faltara algo de fuerza para que saliera del todo su verdadero potencial y ser una historia perfecta y más cautivadora aún, dejando a un lado algún que otro detalle que me resultó un tanto previsible o el que cayera en alguno de los clásicos e inevitables clichés del género.
El final es digno como tal dentro del argumento de Los Hijos de Lugh, aunque su epílogo me dejó con un buen racimo de incertidumbres; las suficientes para que me resultara, a un mismo tiempo, tanto un libro autoconclusivo que deja el porvenir a la libre imaginación especulativa del lector como un primer título de una potencial saga. En lo personal, apostaría por lo segundo, porque creo que los stonianos tienen todavía más que decir y ofrecer en el terreno literario, además de darle oportunidad a Noah Goldwin para mostrar todo lo que es capaz su capacidad creativa.

Conclusión: Una historia que retuerce el hilo de nuestro mundo con el de la ficción fantástica que ofrecen la descendencia de un dios celta maldecido. Un conflicto determinado por la senda propia de un joven que se debe encontrar a sí mismo en medio de un mar de caos. Una aventura lo suficiente atractiva si el lector conecta con la prosa y la trama que narra el episodio más delicado de la larga historia de Los Hijos del Sol.


Mi valoración global: 4/5


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