domingo, 19 de febrero de 2017

Crítica personal: Harry Potter y el Prisionero de Azkaban

Título: Harry Potter y el prisionero de Azkaban
Título original: Harry Potter and The Prisoner of Azkaban
Autora: J. K. Rowling
Editado en España por: Salamandra

Sinopsis:

Por la cicatriz que lleva en la frente, sabemos que Harry Potter no es un niño como los demás, sino que el héroe que venció a lord Voldemort, culpable de la muerte de sus padres. Desde entonces, Harry no tiene más remedio que vivir con sus pesados tíos y su insoportable primo Dudley, todos ellos muggles, o sea, personas no magas. Igual que en las dos primeras partes de la serie La piedra filosofal y La cámara secreta Harry aguarda con impaciencia el inicio del tercer curso en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Tras haber cumplido los trece años, solo y lejos de sus amigos de Hogwarts, Harry se pelea con su bigotuda tía Marge, a la que convierte en globo, y debe huir en un autobús mágico. Mientras tanto, de la prisión de Azkaban se ha escapado un terrible villano, Sirius Black, un asesino en serie con poderes mágicos que fue cómplice de lord Voldemort y que parece dispuesto a eliminar a Harry del mapa. Y por si esto fuera poco, Harry deberás enfrentarse también a unos terribles monstruos, los dementores, seres abominables capaces de robarles la felicidad a los magos y borrar todo recuerdo hermoso de aquellos que osan mirarlos. Lo que ninguno de estos malvados personajes sabe es que Harry, con ayuda de sus fieles amigos Ron y Herminone, es capaz de todo y mucho más.

Crítica personal (puede haber spoilers):

Al tratarse de una continuación, será bastante inevitable que llegue a mencionarse lo que se considere ya sabido para quienes leyeron la anterior parte. Si te adentras en esta opinión, tenlo en cuenta.

Un nuevo curso y nuevas aventuras para el niño mago más famoso de la literatura actual; el cual ya empieza a dar sus primeros pasitos en la adolescencia, con todo lo que ello acarrea. Y desde luego, esta es una continuación que hace méritos al atractivo ritmo que ha llevado la saga hasta este punto. El prisionero de Azkaban es un título que empieza a ser de los que deban tenerse en cuenta, sobre todo de cara a su desenlace en el séptimo libro, por ciertos puntos que se tratan en este.

Más sonada, a la par que arriesgada y con demasiadas consecuencias negativas como mago menor de edad, no podría ser la marcha de Harry de la casa de sus tíos antes de este regreso a Hogwarts; aunque en su defensa se puede decir que no fue con premeditación, ni del todo falto de motivos. Y tampoco le será tan plácido el comienzo de este tercer curso, sin romper demasiado esa racha que lleva acarreando desde el principio, aunque esta vez el peligro puede llegar a ser más mortal para él, si cabe; incluso sin que, aparentemente, el Señor Tenebroso tenga algo que ver…
La alarmante fuga sin precedentes de un peligroso mago, el más leal y cruel de los siervos de Lord Voldemort como rezan las bocas de toda la comunidad mágica. Constantes augurios de muerte señalando al protagonista desde el comienzo del libro que, colateralmente, despertarán una vez más miradas recelosas (además de mofas maliciosas) dirigidas sobre él por parte de otros alumnos. Enigmáticas y grotescas criaturas circundando el castillo que le producirán un malestar mayor incluso al habitual que surte en el resto de magos y brujas… ¿Estará preparado Harry para afrontar todos estos factores adversos, a la par que encara un curso académico más arduo y con nuevas asignaturas? ¿Será capaz de desentrañar y asimilar verdades y sucesos que surgieron en un tiempo pasado, en el que él siquiera poseía uso de razón, que marcarán más aún un antes y un después en su propia percepción de su existencia y de la historia personal reciente en la que vive?

El prisionero de Azkaban, desde mi punto de vista, da un tono algo más maduro, e incluso pinceladas ligeramente sombrías, a esta historia que va creciendo a la par que su protagonista. Queda atrás la naturaleza introductoria y pueril, con el fin de ofrecernos (sin perder el encanto de los dos previos) una trama que se torna más intensa y rica, tanto en el desarrollo de personajes como en los acontecimientos de los que son partícipes, sumándose en el escenario nuevos añadidos a la sociedad de magos (como Azkaban, ya mentado de pasada en La cámara secreta, así como el peculiar sistema penitenciario de los magos) sin perder esa “coherencia” dentro de ese elemento tan ficticio y fantástico.

Tras la magia y la aventura, esta vez nos presenta temas tales como los mayores miedos de cada individuo; algo de lo cual somos conscientes en algún momento tanto en la edad temprana del protagonista como cuando ya la vida nos ha curtido. Y si la discriminación y los desprecios se asomaron en el segundo libro, el prejuicio es otra lacra de la sociedad que se deja asomar en éste. Otro punto que dará más juego a la historia de Harry Potter a partir de El prisionero de Azkaban es lo difusa, subjetiva e incluso moldeable que puede ser la verdad, algo provechoso para unos y nefasto para quienes le toca la peor parte.

Una vez más, Jo fusiona la sencillez y la profundidad en una simbiosis perfecta para las delicias de quienes se han dejado conquistar por los dos libros anteriores. Una trama original, más enriquecida y absorbente, con giros en el argumento y revelaciones (sobre todo en los últimos capítulos) que seguirán pasmando al lector. A pesar de tantas novedades añadidas al escenario y a la historia en sí, dilatando más las intrigas, la autora sabe hacerlo en cantidades generosas pero a la vez justas para no desbordar al lector.

Harry ha entrado en la primera estancia de la adolescencia, así como en el inevitable e intrínseco comportamiento que esa etapa suele arrastrar a los jóvenes. Llegará a ser, en ciertos aspectos, algo más rebelde y arrojado cuando considera serlo, e incluso no tan comedido si pinchan donde más le duele en la moral; pero no por ello echará a perder lo mejor de sí mismo. Se enfrentará, más literalmente, a sus propios miedos, en un reto sin precedentes en sus correrías por Hogwarts en arras de superarse en todos los sentidos; sin duda son varias las pruebas a las que se enfrenta, no sólo en el terreno mágico, sino también en su propia alma y su desarrollo emocional como ser humano que crece ante lo bueno y lo malo que le dispone la vida y los azares del destino.
En El prisionero de Azkaban, la amistad entre Ron y Hermione pasará por muchos altibajos, hallándose su amigo común incómodamente en medio de ambos. Aquí es donde veo cómo empieza a surgir gorgoteos sutiles que fraguan más esa amistad sincera pero con ineludibles roces ásperos de estos dos muchachos tan diferentes pero a la par complementarios.
Albus Dumbledore sigue en la línea que describí en las dos reseñas previas, aunque uno llega a sorprenderse un tanto en este tercer libro; quedando claro que este anciano, sosegado pero firme por norma, puede llegar a imponer en el momento preciso y en la medida justa.
Vemos cambios y novedades en el profesorado junto a los que ya conocimos, sobre todo con la incorporación de materias optativas para Harry y compañía al entrar en su tercer año. La estrafalaria Sybill Trelawney de Adivinación se hará notar bastante en la práctica totalidad de sus apariciones, e igualmente están las clases de Cuidado de Criaturas Mágicas, que en este curso se estrena un profesor que mejor no decir de quién se trata para evitar un buen spoiler.
Habrá otro reemplazo este curso para el gafado puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras: Remus Lupin; un hombre que, a pesar de su aspecto bastante dejado y vetusto, se ganará a la mayoría de los alumnos (ya de antemano deberíamos saber cuales serán la excepción). Poco a poco se irá desgranando de él mucho más de lo que pueda prejuzgarse, o tan siquiera imaginar.
Entre los alumnos de Hogwarts, seguiremos viendo en mayor o menor medida a viejos conocidos y alguna discreta novedad. El quidditch estuvo presente en los anteriores libros, pero en éste goza de un protagonismo algo más acentuado en relación a los otros; y vemos a Lee Jordan (amigo Gryffindor de Fred y George) en su máximo exponente en su faceta que comentarista, haciéndose para esta crítica un personaje de ineludible mención. Tímidamente aparecen quienes comparten con Harry la posición de buscador en los demás equipos, a parte de Draco en Slytherin ya visto en La cámara secreta; intervenciones bastante menores, pero que lo mejor será no olvidarles lo más mínimo tras terminar el libro.
No sólo se nos presentan nuevos personajes entre los muros del castillo, sino también en sus cercanías en el pueblo de magos de Hogmeade, al cual los alumnos a partir de tercer curso pueden hacer excursiones puntuales y programadas para disfrutar de un día libre fuera de la escuela. Además de las novedades, reaparecerán algunos personajes aparecidos en los anteriores, esta vez con mayor presencia y relevancia dentro de sus roles secundarios.
Las criaturas mágicas del universo de J. K. Rowling siguen presentes, con novedades gracias a una de las nuevas asignaturas. Pero el mayor peso en este libro recae sobre los llamados Dementotes, tan bien conocidos por los fans de la saga; entes siniestros y grotescos que propagan la miseria y la desesperanza, capaces de mermar los buenos sentimientos de toda personas y dejarles sin sus más bellos recuerdos, que además son usados por el Ministerio de Magia como guardianes de Azkaban. Para nulo agrado de los habitantes de Hogwarts, en especial Harry, tendrán peligrosamente cerca estas siniestras criaturas por un cometido relacionado con su deber ante los delincuentes mágicos… lo cual no resta sus pérfidas intenciones naturales.
¿Y sobre el personaje que da título a este libro? Nos mantendrá en vilo hasta el momento en que todas sus cartas se pongan sobre la mesa. Sirius Black no me ha decepcionado, en absoluto; la autora ha logrado que ejerza muy bien el papel que le ha correspondido en este tercer libro.

En general, una historia con aventura, magia e intrigas, sin descuidar el punto de humor, barajándose momentos emocionantes con otros muy amenos. Su recta final es un carrusel de acontecimientos y revelaciones en constantes giros de argumento hasta el desenlace; el cual deja al lector con ganas de más, junto a un sabor algo amargo de sucesos que pudieron ser pero que se escapan entre los dedos, para impotencia de Harry, pero quienes se han aventurado en este libro saben perfectamente que si no hubiera sido de esta forma, el resto de la historia no habría sido igual.
Sin embargo, a pesar de ser un título a la altura de la saga y de mis propias expectativas, El prisionero de Azkaban ha sido el que sutilmente se coloca el primero por la cola si tuviera que enfrascarme en la muy complicada tarea de determinar un orden personal de preferidos. ¿Los motivos? Objetivamente, ninguno, pero supongo que es algo que está dentro del gusto propio y la conexión con este episodio de la obra.

Conclusión: Este tercer recorrido de la saga Harry Potter se haya bastante a la altura de la línea que la autora marca. El inicio de los primeros indicios a tener en cuenta en el futuro, con revelaciones y sucesos que marcarán la dirección de la gran aventura del niño que sobrevivió de cara a El cáliz de fuego.


Mi valoración global: 4,5/5

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